Yo también he sido israelita

Julio de 1989

Yo también he sido israelita,
caminé cuarenta y dos años en fatigas,
por desiertos de sombras y de muerte
en busca de la tierra prometida.

Los guijarros del temor y la impotencia,
la sed del desamor consumiéndome los huesos,
la escasa luz de la injusticia quemando mis pupilas
hicieron del camino un triste infierno.

Mis pies con la hinchazón del que no avanza,
la mente embotada en locos sueño,
sueños del sediento amor en aguas vivas
que vé con terror que está muriendo.

Así me encontró mi amado y me miró,
sus ojos, no puedo explicar que contenían,
sólo sé que desperté en el Edén, el paraíso,
envuelta en la abundancia y la acaricia,
en un lecho de rosas perfumado
sin saber si soñaba o si gemía.

No podía creer lo que pasaba,
aún estaba aterrada y encogida,
temiendo despertarme de nuevo en el desierto
y ser locura de mi mente las caricias.

En esto oí su voz proyectada en mil tonalidades
que recuerdan la suavidad del terciopelo,
y despacito fui abriendo mis pupilas,
y atisbé su sonrisa desde el cielo.

Nunca más separaré los ojos de mi amado
pues prendida me quedé, y es cuanto quiero.

Categories: Poesías

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