Enero de 1987

A un pajarito moribundo.

Al alba encontré una vida,
que dolida se marchaba,
sin encontrar el calor
de alguien que susurrara,
y transmitiera el amor
que todo ser anhelara.

Hacía frío, mucho frío,
helando, amaneciendo ya estaba,
y yo vi aquel pajarillo
medio muerto en el asfalto,
y al punto sentí el amor,
que seguro iba buscando.

Le cogí muy tiernamente,
sabiendo que él moriría,
pues su pequeño corazón
apenas ya si latía,
pero de alguna manera
quise que sintiera mi calor,
y que en mi pecho muriera
confortado por mi amor.

A lo largo del camino
le sentía tiritar,
y por momentos pensé
que podría resucitar,
y que la vida alegrara
de nuevo con su trinar.

Más de pronto sentí
que se movía fuertemente,
que calor fuerte irradiaba,
y yo le pedí al Señor
que el pajarillo volara,
y si tenía que morir,
que sonriera contento
y que se marchara feliz,
no sabiéndose tan solo
en sus últimos momentos.

Así fue como ocurrió,
y yo sentí que mis ojos
de lágrimas se inundaban,
pero a la vez me sentía
tiernamente confortada
porque no se murió solo,
ya tenía quien le llorara.

Categories: Poesías

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