Julio de 1986
Quisiera saber muchas cosas
de mis tiempos de niñez
para saber desde cuando
he tenido yo esta sed.
Me gustaría ordenar
las metas por mis trazadas
sin saber por qué lo hacía
y sin saber que buscaba.
Lo que sí tengo por cierto
es el poder comparar
con una larga escalera
mi vida y mi caminar.
Buscando, siempre buscando
con que poderme llenar,
subiendo cada peldaño
con una carga sin paz.
Todavía veo confuso
la forma de transmitir
en pequeñas poesías
lo que quisiera decir.
Por si alguien le doy idea
y puedes solucionar
que sufra menos que yo
en su lento caminar.
Trataré, pues, a medida
que surjan descubrimientos
plasmar como Dios me alumbre
a través de sentimientos,
las cosas que me suceden
para irlas compartiendo
despacito en el silencio,
cómo se mueven las hojas
con la suavidad del viento.
Lo que sí recuerdo claro
y de muy pequeña he sentido
es inquietud infinita,
buscando algo que siempre
supe se me había perdido.
Era rebelde y traviesa,
no me gustaba mi casa,
ni lo que ocurría en ella,
porque yo quería amor,
mi cabeza estaba llena
de una vida e intuía
más nunca conseguí a verla.
Esto me hace pensar muy claro
en dimensiones distintas
que cuando joven tenemos,
habría que sentarse en la silla
de los demás para entenderlo,
y esto sería lo ideal
padres e hijos conviviendo
y al unísono bajando
y al unísono subiendo.
Qué vidas tan diferentes
serían si esto así fuera,
y cuántas contrariedades
se podrían evitar,
si en un mundo del revés
al derecho se pusiera,
vivir una vida de amor
y pienso, que es la vida que el Señor
al crear el mundo hiciera.
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