Enero de 1990

Yo tengo los saberes en mis manos
porque tengo por maestro a mi Jesús,
Él con su hacer y su mirada me señala
dónde están las verdades y la luz.

Lo noto por la paz que yo respiro,
lo noto por la calma de mis manos,
lo noto por los sueños tan tranquilos,
y el amor, que por su amor voy gestando.

Siempre le ruego y pido esta señal,
como guía en mis caminos,
pues si se me va la calma,
y tengo desasosiego
es que algo no hice bien,
o quiere hablarme el maestro.

Cuando te enamoras de Él,
y la fe y la confianza te brotan,
el corazón ya rendido
le sigue, pues no piensa en otra cosa,
y es cuando surge el idilio,
cuando quedas como boba,
cuando la sonrisa marca
tu caminar sin derrotas,
y siguiendo a tu fiel maestro,
sin que te importe otra cosa,
es tu tierno enamorado,
el que te enseña misterios de amor,
de perdón, corrigiendo mil engaños,
pudiendo sortear barreras,
para que no te hagas daño.

Cuánto saber tengo yo,
siguiendo al enamorado
de mi alma, mis sentidos,
mis células que me van gritando,
lo sabio de ser de Jesús,
mi maestro bienamado.

Categories: Poesías

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