A mi amigo predilecto
Abril de 1972
Señor, mi alma afligida está
y un gran cansancio yo siento,
tengo miedo de pensar
que esté llegando al final
y poco que ofrecerte tengo.
Mis pensamientos se pierden
en un mar de intranquilidades,
pienso en la paz de los muertos
como gozos que a mi alcance
con cariño vas poniendo
pensando en el bien que me haces.
Siento con miedo y nostalgia
que las fuerzas me abandonan,
todo me cansa y me hastía,
ya casi nada me importa.
Dime Señor, ¿qué te pasa?,
¿te has cansado ya de amarme?,
o acaso ves que no merezco
tus atenciones llevarme.
Sí, ya lo sé,
soy rebelde a tus deseos ajustarme,
pero Señor pides tanto,
que en el mundo en que vivimos
es difícil contentarte.
Somos débiles, Señor y yo,
yo me siento más que nadie,
mi alma ansía seguirte,
y, sin embargo, mis pasos
caminan hacia otra parte.
Menos mal que como padre
que a su hija ves llorar,
con mirada cariñosa que quiere la calma dar,
has puesto en mi mano y pluma
esta gran facilidad
para expresar lo que siento
y que tanta paz me da.
Por eso mis pensamientos, digo Señor,
que se marchan a un mar de tranquilidad.
0 comentarios